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Niños maltratados, adultos enfermos

El maltrato infantil es un fenómeno social a nivel global que puede jactarse de gozar de “plasticidad” y cierto anonimato; ocurre, la mayor parte del tiempo, dentro del hogar, en privado, y bajo diversas variantes. Este maltrato –incluyendo la negligencia- no sólo da sufrimiento al presente de millones de niños en todo el mundo: les deja una injusta herencia de daños a su salud física y mental.

eugenia rodriguez guzmán

Licenciada en Ciencias de la Comunicación, Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey (ITESM), México.

Por Eugenia Rodríguez Guzmán

Abordar el tema del maltrato infantil desde una perspectiva global es como darse a la tarea de imponer un mismo ritmo y estilo de vida a dos seres humanos con personalidad e intereses distintos. No es algo sencillo. Podemos asumir el reto de ser prácticos y reducir la complejidad de este fenómeno social a una fría definición de diccionario, pero, sin duda, dejaríamos de ver el problema en toda su complejidad: un amplio abanico de creencias y prácticas culturales entran en juego a la hora de evaluar las conductas que adoptan los padres como “métodos” para “disciplinar” a los hijos.

Así, la aún practicada ablación o mutilación genital a niñas y mujeres en África y Medio Oriente, por ejemplo, considerada como una mera costumbre social –y que no por ello deja de ser un acto de abuso físico- para acercarlas a consumar el matrimonio, no tiene cabida en el manual de castigos físicos “moderados”, tales como pellizcos, golpes o patadas, que los progenitores en México y Centroamérica justifican “… para corregir o enderezar las conductas de sus hijos”. 

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CARROZAS DE FUEGO

Investigadores del Instituto Gino Germani de la UBA realizaron un estudio que indica que las violentas protestas ocurridas este año en la terminal ferroviaria de Constitución, tras la suspensión de tres servicios de trenes, fueron protagonizadas por pasajeros de forma espontánea. Los resultados contradicen el argumento que asegura que los incidentes fueron premeditados. (21/8/07 – Agencia CyTA-Instituto Leloir. Por Bruno Geller) – Algunos incidentes de características similares ocurridos en estaciones de trenes en los últimos años llamaron la atención de numerosos medios de comunicación del país.

En noviembre de 2005, cuando por desperfectos técnicos no arrancaban los trenes en la estación de Haedo, un grupo de pasajeros indignados atacó las instalaciones y comercios cercanos. Además, prendieron fuego al antiguo edificio de la estación, que resultó totalmente destruido. Durante cinco horas, la zona fue un caos. Como resultado de los incidentes quedaron 21 heridos y 87 detenidos.

El 15 de mayo del año en curso, en la terminal ferroviaria de Constitución, tras la suspensión de tres servicios de trenes, pasajeros indignados incendiaron las boleterías y la oficina de informes y se enfrentaron durante dos horas con la policía. Como resultado hubo 21 heridos (9 usuarios y 12 policías) y sólo 16 detenidos. Días después el presidente de la Nación quitó la concesión a la empresa que operaba la línea y envió al congreso una nueva ley de regulación de la actividad ferroviaria.

¿Conspiración o hartazgo?

Luego de los incidentes acaecidos en la terminal de Constitución, Fernando Jantus, el entonces vocero de la empresa ferroviaria Metropolitano, sostuvo que los manifestantes que produjeron los disturbios no eran pasajeros.

“Jamás vi este hecho, es cierto que la bronca de la gente en estos tiempos, digamos, sale a la luz enseguida, pero hay algo que es desmedido, a su vez las agresiones a la policía; una persona que va a trabajar, que vuelve a su casa, no agrede a la policía. Creo que algunos han aprovechado esta situación para crear un desmán que fue lo que pasó”, declaró Jantus poco después de los incidentes a radio Continental.

A fin de averiguar si la reacción de las personas que participaron en esos incidentes era espontánea o premeditada, investigadores y estudiantes del Taller de investigaciones sobre Cambio Social y el Programa de Investigaciones sobre Cambio Social (P.I.Ca.So.) dirigidos por el profesor e investigador Juan Carlos Marín, del Instituto Gino Germani (UBA), realizaron entrevistas a pasajeros de las ex líneas Roca y Sarmiento.

Esas entrevistas tuvieron como objetivo conocer las opiniones de los usuarios de trenes acerca del servicio prestado por las empresas concesionarias y las reacciones más comunes que surgen frente a los problemas del mismo, así como también sobre los incidentes sucedidos en la estación de trenes de Constitución.

El estudio estuvo dirigido y coordinado por el doctor Julián Rebón y el licenciado Gustavo Quintana. Éste último señala: “Para conocer la opinión de los usuarios de trenes, entrevistamos a 460 pasajeros de las ex líneas Roca y Sarmiento que utilizan las cabeceras terminales de dichas líneas en horas de alto flujo de pasajeros. Se seleccionaron estas líneas por su relevancia en el flujo de pasajeros y por los problemas que presentan sus servicios”.

Resultados

Casi el 80% de los entrevistados compartió el motivo por el cual se iniciaron las protestas en la ex línea Roca en mayo de 2007. Sin embargo, el 68% no consideró legítima la forma de expresión del malestar frente a los problemas del servicio.

A pesar de que no existe consenso con las formas de protesta empleadas, el 47% de los entrevistados entendió que las mismas tienen cierta “efectividad” para resolver los problemas que afectan al servicio.

En relación con el origen de los incidentes, y en oposición a la versión brindada por la empresa, casi un 60% señaló que fueron “fruto de la bronca de los usuarios”. Solamente un 24% compartió la opinión de la empresa, que sostenía que los hechos habían sido previamente planificados.

“La gran mayoría de los pasajeros utilizan el tren como medio para trasladarse a sus trabajos, el pésimo servicio les ocasiona grandes complicaciones a su vida laboral. Existe un hartazgo con la situación que conduce a que, por más que no se comparta la metodología, se identifiquen con quienes protagonizaron los incidentes a partir del malestar que comparten” señala Rebón.

“Según el 65% de los pasajeros, la principal responsable de los problemas del servicio es la empresa concesionaria. Sólo un 28% le asigna la responsabilidad al gobierno Nacional”, subraya Quintana.

Soluciones

Con respecto a las medidas necesarias para mejorar el servicio, el 37% sugiere multar a la empresa concesionaria y el 22% rescindir los contratos. El 20% reclama un cambio más profundo: reestatizar el servicio. Solamente el 4% planteó aumentar los subsidios y el 2%, aumentar las tarifas, en sintonía con los reclamos de la empresa concesionaria.

Quintana señala: “Notamos que las principales respuestas se centran en medidas que intenten corregir el actual sistema de gestión del servicio, algunos con medidas puntuales y otros planteando el desafío de volver a estatizar el servicio. Sólo muy pocos se encuentran en sintonía con las fórmulas de moda en los 90 para mejorar y operar el servicio, basadas en aumentar la rentabilidad empresaria”.

Pese a la baja calificación que existe sobre el servicio, son escasos los que admitieron haber realizado reclamos formales ante la empresa. Casi un 70% de ellos no realizó nunca un reclamo. Al mismo tiempo, más del 70% no confía en que los entes reguladores de los servicios públicos sirvan para resolver los problemas de la gente.

Ante esta falta de confianza en los mecanismos institucionales, más de la mitad de los consultados considera a la autoorganización y al reclamo de la gente formas adecuadas para resolver sus problemas.

Los investigadores aseguran que la situación de gran malestar entre los usuarios y la falta de percepción de canales institucionales para canalizar de modo efectivo sus reclamos promueve que recurrentemente se produzcan incidentes.

“Probablemente, muchos de quienes estuvieron involucrados en esos hechos no habrían pensado en participar en los destrozos de trenes y de sectores de las estaciones como forma de reclamo si se les hubiese preguntado previamente, pero a veces la bronca y el hartazgo con la situación es más fuerte” concluye el doctor Rebón.

RECUADRO

MÁS DE LO MISMO

Durante 2007, una encuesta encargada por el Ente Regulador de Servicios Públicos de la Ciudad de Buenos Aires entre usuarios de medios de transporte público mostró a los ferrocarriles como el servicio de peor funcionamiento. En el sondeo se les pidió a 1.059 usuarios que les pusieran una nota del 1 al 10 a los subtes, trenes, colectivos y taxis que atraviesan diariamente el área metropolitana. Las últimas en la lista fueron las líneas de ferrocarriles con un 4,2.

HOGAR DURO HOGAR

Expertos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) realizaron un estudio que brinda un alarmante panorama mundial sobre la violencia que sufren los niños. Gran parte de ella ocurre en el hogar, a manos de los padres, familiares o cuidadores. La OMS y la Sociedad Internacional para la Prevención del Maltrato y la Negligencia de los Niños (ISPCAN), elaboraron una guía práctica que puede ayudar a prevenir esta vergüenza, de la que la Argentina no es ajena.

(22/12/06 – Agencia CyTA-Instituto Leloir. Por Bruno Geller) – Violencia sexual, abandono emocional, abandono físico, maltrato físico, maltrato emocional y explotación laboral son algunos ejemplos de una interminable lista de maltratos que sufren millones de niñas y niños en el planeta.

El primer estudio global sobre violencia contra los niños dirigido por el profesor Paulo Sergio Pinheiro, experto independiente designado por las Naciones Unidas, presenta un cuadro general de la violencia contra los niños, al tiempo que propone recomendaciones para prevenir y dar respuesta a ese problema.

El informe describe los diversos tipos de violencia ejercida contra los niños en otros ámbitos: en las escuelas y los establecimientos educativos, en los sistemas de atención social, en los sistemas judiciales, en el lugar de trabajo y en la comunidad.

Panorama mundial

Los expertos comprobaron que la mayoría de los actos violentos que sufren los niños son cometidos por los adultos que forman parte de sus vidas: padres, compañeros de clase, profesores, empleadores, entre otros.

El análisis estadístico, en base a los datos recopilados por la OMS, señala que en el 2002 murieron 53 mil niños en todo el mundo como consecuencia de homicidios, mientras que entre un 80 y un 98 por ciento de los niños de numerosos países de todas las regiones del mundo sufrió castigos corporales en el hogar, y un tercio o más recibió castigos corporales muy graves aplicados con utensilios.

La encuesta mundial de salud realizada por la OMS en las escuelas de varios países en vías de desarrollo, demuestra que entre el 20 y el 65 por ciento de niños en edad escolar dijo haber sufrido acoso físico o verbal en los 30 días anteriores a la encuesta. Este organismo internacional también calculó que en ese año aproximadamente 150 millones de niñas y 73 millones de niños menores de 18 años sufrieron violencia sexual en forma de manoseos y relaciones sexuales forzadas.

En una entrevista publicada en el sitio web de UNICEF, Pinheiro comentó que el estudio “era necesario porque existe un gran silencio sobre todas las formas de violencia en la familia, en la comunidad, en el trabajo y en las escuelas”.

Las consecuencias de la violencia ponen en peligro la salud y el desarrollo de los niños, y pueden perdurar hasta la edad adulta, teniendo efectos negativos sobre la salud y aumentando el riesgo de que sufran o cometan ellos mismos nuevos actos de violencia.

Consecuencias del maltrato infantil

“Numerosos estudios hacen referencias a las consecuencias somáticas, como el retraso en el crecimiento, los problemas visuales, deformaciones óseas, incapacidades y aún la muerte, entre otras”, afirma la doctora María Inés Bringiotti, Directora del Programa de Investigación en Infancia Maltratada de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA.

Además de las consecuencias somáticas, Bringiotti menciona los trastornos en la psicología y en el comportamiento de los niños: “La exposición a cuidados poco sensibles y a malos tratos puede generar retrasos cognitivos e intelectuales”.

La experta destaca que desde la psicología se ha detectado en un gran porcentaje de niños maltratados: depresión, coeficiente intelectual por debajo de lo normal y una baja autoestima, entre otras consecuencias. “En muchos casos, las víctimas del maltrato infantil incorporan una modalidad autoagresiva para resolver los conflictos, muchas veces con intentos de suicidio o suicidios concretados al llegar a la adolescencia”, asegura Bringiotti y continúa: “Diversas investigaciones muestran que los niños maltratados con depresión infantil tienden a atribuir los sucesos positivos a elementos externos mientras que adjudican los negativos a ellos mismos.”

“Lo que ocurre en la infancia sigue teniendo importantes efectos 30, 40 e incluso 50 años más tarde. Unos pueden acabar con depresión crónica o alcoholismo, otros incurrir en conductas delictivas o suicidio y otros más contraer una hepatitis crónica por consumo de drogas. Pero estas relaciones quedan ocultas por el tiempo, la vergüenza, el secreto y los tabúes sociales que impiden comentar estos temas”, comentó el doctor Vincent Felitti, uno de los autores del estudio de la OMS que trabaja como jefe del servicio de Medicina Preventiva del Programa de Asistencia Médica del Centro Médico Kaiser Permanent en los Estados Unidos.

Los maltratadores

Bringiotti puntualiza que los maltratadores suelen haber tenido una historia de crianza marcada por la negligencia, los malos tratos y la ausencia de modelos parentales adecuados. “Los sujetos que maltratan tienen altos niveles de depresión y/o ansiedad, un alto grado de impulsividad y carecen de estrategias para enfrentar los problemas. Se registra en ellos un déficit en la capacidad empática que les impide colocarse en el lugar del otro, en este caso el niño o la niña que maltratan”, asegura la experta.

“Si esos padres fueron abandonados o maltratados en la infancia es bastante probable que sin una intervención a tiempo que corte ese circuito, vuelvan a repetir esos tratos con los hijos; porque no tienen un modelo alternativo a esa situación”, comenta Bringiotti que es además docente de la Carrera de Especialización en Violencia Familiar de la Facultad de Psicología de la UBA, socia fundadora y actual presidenta de la Asociación Argentina para la Prevención del Maltrato Infantojuvenil (ASAPMI).

“La identidad del maltratador se construye con valores culturales, mitos y estereotipos, con instituciones que legitiman la violencia, el abuso de poder y las diferencias de género y edad. Por ejemplo, conciben a las mujeres y niños como seres frágiles que necesitan ‘control’. Los maltratadores tienen personalidades que se desarrollan en familias con modelos y sistemas de comunicación en las que el rigor, los gritos y los golpes no son censurados. Esto genera aprendizajes que luego se reproducen”, puntualiza la licenciada María Rosa Rivero, Docente Titular del Posgrado en Violencia Familiar de la Facultad de Psicología de la UBA.

Prevención y legislación contra el maltrato infantil

La OMS y la Sociedad Internacional para la Prevención del Maltrato y la Negligencia de los Niños (ISPCAN) elaboró una guía práctica, titulada Prevención del Maltrato Infantil: una guía para intervenir y generar evidencia, que ayudará a los países a prevenir la violencia contra los niños, y a la cual se puede acceder en la dirección de internet http://whqlibdoc.who.int/publications/2006/9241594365_eng.pdf

De acuerdo con el comunicado de prensa de la OMS, entre las estrategias prometedoras se encuentran la reducción de los embarazos no deseados; la mejora del acceso a servicios de atención prenatal y posnatal de gran calidad; la reducción del uso nocivo de alcohol y drogas ilícitas durante el embarazo o luego del nacimiento; las visitas de enfermeros y asistentes sociales a los hogares de niños con alto riesgo de sufrir malos tratos; y la formación de los padres en materia de desarrollo infantil, métodos disciplinarios no violentos y capacidad de resolver de problemas.

La guía ofrece asimismo asesoramiento técnico a los profesionales que trabajan en los gobiernos, los centros de investigación y las organizaciones no gubernamentales acerca de cómo medir la magnitud del maltrato infantil y sus consecuencias, y cómo diseñar, aplicar y evaluar programas de prevención.

“Tenemos información suficiente para emprender acciones preventivas que no podemos aplazar”, afirmó la profesora Bárbara Bonner, Presidenta de la ISPCAN, que enfatizó la necesidad de aplicar programas de prevención del maltrato infantil.

En la Argentina, algunas provincias han comenzado a implementar acciones que van dirigidas a prevenir el maltrato infantil. En Catamarca, por ejemplo, se aprobó recientemente una ley que crea el programa de Prevención y Atención del Maltrato Infantil en ámbitos de la cartera educativa. El proyecto fue gestionado por la diputada provincial Sara Ludueña de Cadó, quien está convencida de que “en la sociedad argentina existe un río subterráneo de violencia”.

La ley crea un programa provincial que será implementado en las escuelas por un Comité integrado por Instituciones Gubernamentales, la Iglesia, la Justicia y Organizaciones sociales abocadas a la temática de los niños. Consistirá en un programa estratégico de acciones que prevea mecanismos de prevención y detección del maltrato infantil en la familia, en la escuela y en la intersección de ambos subsistemas.

“Nos proponemos sensibilizar y concientizar a la comunidad acerca de la problemática, capacitando a los profesionales que trabajen en áreas vinculadas con la infancia, especialmente a través de actividades lúdicas y artísticas como recursos para abordar la problemática, y atención de las víctimas o su familia, creando u optimizando centros de atención. Realizaremos evaluaciones anuales y relevamientos en las escuelas, generando estadísticas que reflejen la evolución del fenómeno”, subraya la diputada.

A nivel nacional, en 1994 se promulgó la ley 24.417 de Protección contra la Violencia Familiar. Esta ley dictamina, entre otras cosas, que todas las personas que sufren “lesiones o maltrato físico o psíquico por parte de alguno de los integrantes del grupo familiar podrá denunciar estos hechos en forma verbal o escrita ante el juez con competencia en asuntos de familia y solicitar medidas cautelares conexas”.

“El gran inconveniente de esta ley es que no establece medidas de prevención de la violencia familiar y por ende del maltrato infantil. Más bien se refiere a medidas que se deben tomar una vez sucedido el hecho”, comenta la licenciada Rivero, que es también presidenta de la Asociación Argentina para el Desarrollo Integral de la Familia, y continúa: “Siempre he insistido en que la tarea de la prevención es la gran esperanza. Debemos formar adultos sanos y concientes del respeto por el propio cuerpo y el del otro, adultos que cuiden a los niños y no que abusen de ellos. Es fundamental el trabajo desde la escuela, con una educación en valores que alcance a niños y a adolescentes para instarlos a ver que una vida diferente es posible aún en un mundo signado por la violencia”.

Rivero propone la sanción de “una ley nacional específica en Maltrato y Abuso sexual, que contemple la no caducidad del delito, que permita trabajar con las víctimas y tomar en cuenta la tarea de equipos interdisciplinarios encargados de detectar y confirmar el delito. Una ley que no pida testigos o pruebas que en otros delitos existen y que en estos no siempre son posibles de conseguir”. La especialista asegura que “hay otras maneras de certificar que el delito ha sido cometido. Por ejemplo, mediante el empleo de entrevistas pautadas, tests, trabajos con muñecos sexuados, juegos, y otras técnicas a cargo de equipos interdisciplinarios de expertos. Debe haber una ley que sirva de marco, de otra manera los delitos son fáciles de refutar y los jueces a veces no pueden operar, aunque quieran”.

‘Todos los países pueden y deben poner fin a la violencia contra los niños. Estamos hablando de transformar completamente la perspectiva de las sociedades y las condicioneseconómicas y sociales subyacentes de violencia. Los niños están hartos de oír que son el futuro. Ellos quieren vivir un presente sin violencia’, concluye Pinheiro, el experto de las Naciones Unidas.